Álvarez: "El tren pasa una sola vez y hay que subirse"

  • Inicio
  • /
  • Noticias
  • /
  • Álvarez: "El tren pasa una sola vez y hay que subirse"

Imperdible charla a fondo con una ex Leoncita

January 3, 2014 / 5

Para Agustina Álvarez, el tren celeste y blanco pasó cuando tenía 17 años y no lo tomó. En realidad, ella subió, pero se bajó varias estaciones antes de llegar. Hoy, a los 24, rememora aquella época y recuerda que la pasó bien arriba pero que los sacrificios y la soledad conspiraron contra su sueño y terminó bajándose.

Con la camiseta de Argentina fue campeona del Panamericano en Montevideo y medalla de plata en los Juegos Olímpicos de la Juventud 2010 de Singapur. Actualmente estudia educación física, trabaja con la Octava División y en la Escuelita de Punto Sur.

 

- Todo aquel que vea un ratito al equipo se da cuenta de que vos estás para un nivel más alto. ¿Por qué estás acá?

- Es que Sporting es mi club, mi casa. Estuve jugando en 2011 y 2012 en Buenos Aires en el club San Fernando y estudiando educación física, pero estaba medio sola. No era como acá, y cada vez que venía en vacaciones o algún fin de semana me costaba mucho volver, lo mismo cuando me iban a visitar y se volvían. Hasta que en un verano vine y le dije a mi mamá (Fernanda López Silva) que no aguantaba más y me quedé.

 

- ¿Hay posibilidades de que el tren pase otra vez?

- No lo sé. Y tampoco sé si me gustaría volver a hacer todo el sacrificio que hice aquella vez. Era muy chica y me pasaron muchas cosas. Además era muy vaga, mi mamá me empujaba. Yo me quería quedar tirada en la playa.

 

-Estuviste en un proceso de Leoncitas. ¿Cuánto duró?

- Fueron como dos años y medio. Hicieron Concentraciones en Mar del Plata y después fuimos a Salta, por ejemplo, también al Cenard en Buenos Aires. Eso fue genial, conocí un montón de gente. A lo último se hizo duro porque, con 17 años, tenía que irme una semana por medio a Buenos Aires.

 

- ¿Te bajaste o te quedaste sin lugar?

- Y... una cosa llevó a la otra. Viajé a un Panamericano y a un Juego Olímpico y al volver terminó ese proceso y se empezaron a sumar jugadoras más grandes. Es decir, nosotras éramos clase 93, 94 y 95 y después llegaron muchas 1991 y 1992. Ahí me fui a Buenos Aires pero daban las listas y no estaba. Seguí esos dos años entrenando y jugando en San Fernando pero no me volvieron a llamar.

 

- ¿Desde acá es más difícil o tenés la esperanza de volver?

- Las posibilidades, estando acá, son muy pocas porque no te ven todos los fines de semana como cuando estás en Buenos Aires. Pero en el Interior, lo bueno, es que puedo llegar a resaltar más. No volvería a Buenos Aires, y si fuera por ahí probaría en otro club.

 

- ¿Cómo es convivir con una mamá que también es fanática del hockey, jugó y es entrenadora en el mismo club en el que vos estás?

- Este año, más tranquilo. El año pasado, que entrenó la Primera, se me hizo complicado, uffff. Pero me encanta porque la tengo siempre. Ve todos los partidos y después me hace un análisis. A veces me enojo (risas).

 

- En el proceso de Las Leoncitas, ¿qué clase de mamá fue?

- No era una madre hincha porque ella sabía lo que su hija quería. Pero yo era muy vaga entonces me estaba muy encima. No era hincha pelotas, pero ella sabía que yo podía y quería y que no lo hacía.

 

- En varias respuestas mencionaste la palabra "vaga". ¿Esa es la principal causa por la que quedaste afuera de la Selección Argentina?

- Sí. Totalmente. Con la cabeza que tengo hoy, en ese momento, hubiera sido distinto. Lo que pasa es que se que se me hizo muy difícil, me fui sola, iba a la facultad, después a entrenar, volvía en tren a las 12 de la noche, me tenía que cocinar. No me cuidé con las comidas y no fui al gimnasio, y creo que ahí di ventaja.

 

- Y ahora te das cuenta que no alcanzó solo con el talento.

- Claro, hay que trabajar. Hay que ser fuerte de la cabeza. Es un combo.

 

- ¿Qué es el hockey para vos?

- Es todo. Parece una frase hecha pero es así porque lo hago desde los cinco años. No me imagino una semana o un mes sin jugar. Todo el tiempo lo relaciono con todo.

 

- El corazón primó en las decisiones en momentos claves y volviste a Sporting. Entonces el sueño de ser campeona en Primera lo debés tener muy presente.

- Uy sí. Además se está trabajando para eso. Este año no voy a estar en las finales porque viajo con la facultad a Mendoza en octubre por una materia importante. Si no viajo la pierdo. Estoy pensando todo el tiempo  en que el equipo puede llegar y hacer un buen papel.

 

- ¿Cómo analizás el actual proceso?

- Lo veo bien. Más allá del sintético y de la llegada de Nico (Akel, el nuevo entrenador), que son cosas que nos hicieron muy bien, fue distinto porque desde el día 1 de la pretemporada estuvimos todas, cosa que nunca había pasado. Empezamos entrenando muy bien. Nico, 10 puntos, nos tiene mucha confianza a todas. Vamos por el buen camino aunque tenemos nuestros altibajos. Hay que ajustar pequeñas cosas que son las que nos llevan a perder los partidos. Somos muy jóvenes pero tenemos mucha calidad y eso a la larga se va a notar.

 

- Claro, pero es importante es tener paciencia para esperar esos frutos.

- Es un trabajo largo que venimos haciendo. Las más grandes son Angie (Cattaneo), Ine (Lanfranconi) y Euge (de Paz) y después somos un grupo grande de jóvenes. El año pasado tuvimos muchos problemas y casi descendemos. Hoy podemos llegar a estar terceras, pero no nos conviene adelantarnos a lo que viene porque es un proceso que tenemos que vivir.

 

- Si en el futuro fueras mamá o entrenadora de una jugadora de hockey que a los 17 años tiene una chance de ser Leoncita. ¿Qué le dirías?

- Le contaría mi experiencia, todo lo que me pasó. Le diría que el tren pasa una sola vez y hay que subirse. Que si es lo que uno quiere, el sacrificio vale la pena y después termina disfrutando. Si no ponés todo de vos, las cosas no llegan, le diría que lo intente. No se pierde nada con intentar, porque después si se arrepiente va a pensar qué hubiese pasado si hubiera hecho tal cosa, como pienso yo qué podría haber pasado si cuando estaba en Buenos Aires me ponía las pilas.